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Cuadernos en octavo - Franz, el hombre

  • Foto del escritor: Andy Martinez
    Andy Martinez
  • 25 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

Franz Kafka es esa figura enorme en la historia moderna de la literatura, ese autor que murió sin publicar mucho de su trabajo pero que sigue vivo en todas las personas. Habría que llegar a un pueblo muy lejano y aislado para preguntar por Kafka y recibir un "no sé quién es él" como respuesta.


La pregunta es: ¿quién fue el verdadero Franz Kafka? Solo conocemos a Gregorio Samsa, el insecto; a K., el agrimensor; y a Joseph K., el perseguido por la justicia. Lo que nos falta es conocer es a Franz Kafka, el hombre.


La mayoría del trabajo del autor de Praga nos llegó gracias a su amigo, Max Brod, quien se negó a quemarlo, como se lo había pedido su amigo. Dentro de esos trabajos encontramos los Cuadernos en octavo, una colección de pensamientos, reflexiones y aforismos religiosos-filosóficos.

La mejor forma de conocer a una persona es interactuando con ella por años, pero eso es imposible hacerlo con un autor que lleva casi un siglo muerto, así que la segunda mejor forma de conocerlo es a través de sus diarios personales. En estos encontramos la esencia más pura de su pensamiento, la materialización de su consciencia.


Franz fue un hombre atormentado, con dos deseos incompatibles: el deseo de casarse y fundar una familia e independizarse de sus padres, y el deseo neurótico de soledad y dedicación a la literatura. En este tormento, su enfermedad lo libera, Kafka perdió el miedo al futuro.


A partir de su enfermedad podemos encontrar en sus escritos a una persona en busca de claridad sobre las últimas cosas, una lucha constante con sus raíces en el judaísmo y el fatalismo que lo caracteriza.


Para Franz, el mundo y su yo lo desgarraron en un conflicto sin solución; entiende que todos libramos un combate y quizá él se dio por vencido desde muy temprano. Lo que llamamos camino es vacilación.


Franz Kafka fue un hombre, fue K., fue Gregorio Samsa y fue Joseph K., pero también fue mucho más que eso. Una persona incomprendida a la cual hay que proteger de sus intérpretes, como dice Martin Walser.


¿Debemos darnos por vencido en nuestra búsqueda por entender a Kafka? No, porque en él nos encontramos a nosotros mismos, en él tenemos la oportunidad de librar esa lucha que representa la vida. Franz Kafka, el hombre, somos nosotros.

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