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Homo Deus - Una posibilidad

  • Foto del escritor: Andy Martinez
    Andy Martinez
  • 29 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Primero escribió una breve historia de la humanidad, y ahora Yuval Noah Harari escribe una breve historia del mañana: Homo deus. El punto de partida del historiador israelí es la nueva fuente de poder del siglo veintiuno: el conocimiento. Las generaciones que nos han precedido se concentraron en los problemas que venían de la hambruna, las enfermedades y las guerras; ahora, la humanidad se concentra en buscar la inmortalidad, la felicidad y la divinidad.


Antes se pensaba sobre la paz como un periodo temporal de ausencia de guerra, ahora pensamos en la paz como la implausibilidad de la guerra. Es probable que la era cuando la humanidad se enfrentaba indefensa a epidemias naturales se terminó; en el futuro sin duda nos enfrentaremos a gérmenes más resilientes, pero la medicina del futuro podrá lidiar con ellos de una manera más eficiente que la medicina actual.


Ante esta nueva realidad, la humanidad apunta a promoverse a sí misma a dioses: convertir al Homo sapiens en Homo deus.


Hasta ahora la humanidad no ha podido evitar la muerte ni extender la vida más allá de su periodo natural, pero cada vez se evitan más muertes prematuras. En el siglo veintiuno es probable que hagamos una apuesta por la inmortalidad. Para las personas de la modernidad la muerte es un problema técnico el cual deberíamos poder resolver.


El segundo proyecto en la agenda de la humanidad, después de la inmortalidad, es la búsqueda de la clave para la felicidad. La muerte de Dios ha hecho desaparecer la esperanza en la otra vida, y el hombre ha tenido que buscar la felicidad terrenal durante el siglo veinte.


El tercer proyecto será adquirir poder divino de creación y destrucción, el hombre hace al hombre.


Aunque los detalles sean oscuros, podemos estar seguros sobre la dirección general de la historia.


En la búsqueda de la salud, la felicidad y el poder, los humanos irán cambiando gradualmente uno por uno sus características. En la búsqueda de la divinidad e inmortalidad la humanidad estará en verdad tratando de convertirse en dioses.


En la primera parte del libro Harari se centra en la comparación entre el Homo sapiens y los demás animales. Hace un recorrido histórico empezando con las sociedades nómadas, que veían a los animales como iguales a los humanos.


La aparición de la agricultura permitió la aparición de la religiones monoteístas, bajo las cuales se daba a los humanos un rol central en el universo, permitiéndole hacerse del control de los demás animales por la gracia de Dios. La revolución de la agricultura fue económica y religiosa.


La revolución científica vio el nacimiento de las religiones humanistas, en las que los humanos reemplazaron a Dios.


Al ver al universo como un proceso ciego y sin propósito, la modernidad hizo que el hombre abandonara el significado de existir a cambio de poder. Las historias sirven como los fundamentos y pilares sobre los que funcionan las sociedad humanas; esta es la función que la religión cumplía, pero con la muerte de Dios: ¿ahora qué uniría a la humanidad?


El gran proyecto político, artístico y religioso de la modernidad ha sido encontrar un el sentido de la vida que no esté enraizado en un gran plan cósmico. Fue así como surgieron las religiones humanistas.


El humanismo nos ha llevado a enfrentarnos con estos problemas: la pérdida del valor humano, pérdida de la autoridad individual y el ascenso de los humanos mejorados. Harari nos presenta dos posibilidades que pueden reemplazar al humanismo: el tecno-humanismo y la religión de los datos.


El proyecto del tecno humanismo sería crear el Homo deus, mejorar las capacidades deficientes del Homo sapiens. Mientras que la religión de los datos tendría como proyecto el flujo libre de la información.


Ambas posibilidades dejarían al individuo como un pequeño chip dentro de un sistema gigante que nadie entiende en verdad. Tal vez es momento de retirar al Homo sapiens.


Por encima de las predicciones utópicas o distópicas que haga Harari, la mejor parte del libro es cuando se concentra en hablar del rol de la historia. El estudio de la historia, dice Harari, apunta sobre todo a hacernos conscientes de las posibilidades que nosotros normalmente no consideramos.


Los historiadores estudian el pasado no para que esta se repita, sino que para liberarnos de ella. No podemos evitar estar formados por el pasado, pero alguna libertad es mejor que ninguna.


Es imposible predecir el futuro porque la tecnología no es determinista. Todos los escenarios que se presentan en este libro deben ser entendido como posibilidades más que como profecías.


Este libro hace un recorrido de los origines de nuestras condiciones presentes para poder liberarnos y dejarnos pensar en maneras mucho más inteligentes sobre el futuro.

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