Leviatán - Un dios mortal
- Andy Martinez
- 17 jul 2020
- 3 Min. de lectura

El siglo XVII marcó en la historia de la humanidad el principio de un cambio importante: se dieron las primeras revoluciones que llevarían en el siguiente siglo a la caída del Antiguo Régimen. Pero en el ocaso de las monarquías medievales, surgió una obra apologética del poder absoluto, pero que también nos lleva a pensar en el Estado: el Leviatán de Thomas Hobbes.
El filósofo inglés vivió revueltas sociales en su país que lo llevarían al exilio en la Europa continental. Parece ser que estas experiencias llevaron a Hobbes a detestar las revueltas sociales, ya que estaba acostumbrado a vivir en la comodidad de la aristocracia. Estas experiencias lo llevaron a escribir un libro que defiende sobre todo el poder absoluto del Estado.
El Leviatán está dividido en cuatro partes: en la primera se habla sobre el hombre, en la segunda sobre el Estado, en la tercera sobre los estados cristianos, y en la última se habla del reino de las tinieblas.
Hobbes comienza describiendo al hombre, un ser que se caracteriza por el lenguaje, ya que sin el lenguaje no existieran repúblicas, sociedades, ni paz. El filósofo considera que la verdad consiste en ordenar correctamente los nombres con nuestras afirmaciones, por lo que dedica la primera parte en gran medida a dar definiciones.
"...la luz de la mente humana son las palabras claras, libres de ambigüedad, y depuradas por definiciones exactas; la razón son los pasos que damos; el aumento de la ciencia es el camino; y el beneficio de la humanidad, el fin."
La felicidad del hombre consiste en el continuo progreso en el deseo, un continuo pasar de un objeto a otro. La primera inclinación natural de toda la humanidad es un perpetuo e incansable deseo de conseguir poder tras poder, deseo que solo cesa con la muerte.
Por este deseo incansable de poder del hombre es que en su estado natural tiene lugar una guerra constante de cada hombre contra cada hombre, donde no hay ley moral. Hobbes considera que bajo estas condiciones la vida humana es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta. La justicia y la injusticia solo existen dentro del Estado.
"...mientras los hombres viven sin ser controlados por un poder común que los mantenga atemorizados a todos, está esa condición llamada guerra, guerra de cada hombre contra cada hombre. "
La ley fundamental de la naturaleza, a la cual llegamos gracias a la razón, es que cada hombre debe procurar la paz hasta donde tenga esperanza de lograrla. Es bajo esta ley fundamental que los hombres deciden transferir sus derechos a un hombre ficticio, llamado Estado, para que este se encargue de la seguridad particular de sus súbditos.
El Estado es "...una persona de cuyos actos, por mutuo acuerdo entre la multitud, cada componente de ésta se hace responsable, a fin de que dicha persona pueda utilizar los medios y la fuerza particular de cada uno como mejor le parezca, para lograr la paz y la seguridad de todos."
Este Estado, Leviatán, o dios mortal, tendrá la soberanía, dispondrá los recursos de la forma que mejor le parezca para cumplir con sus objetivos. Cualquier incomodidad que el Estado provoque será mejor que vivir en estado de guerra.
La libertad es una cuestión que entra en duda bajo las ideas de Hobbes, quien dice que la libertad de la que hablan los escritores antiguos es la de los soberanos y no la de los individuos particulares. La mayor libertad de los súbditos proviene del silencio de la ley. El hombre justo es el que cumple con las leyes de su país.
La función del soberano es procurar el bien del pueblo. La soberanía es el alma del Estado, y una vez que deja el cuerpo en el que habita, los miembros no pueden recibir de ella su movimiento.
La tercer y cuarta parte son una reflexión sobre el cristianismo y el pueblo de Dios. Hobbes llega a la conclusión de que la iglesia de Roma es solo un cadáver del Imperio romano, un cadáver que perdió su espíritu hace mucho tiempo, por lo que cada soberano es a la vez jefe civil y jefe de la Iglesia.
Hobbes, en el Leviatán, expone lo necesario para la doctrina del gobierno y la obediencia. Pero parece que sus ideas pertenecen a un tiempo pasado donde los hombres no conocían una mejor forma de gobernarse. La obra del filósofo inglés quizá sea anticuada y poco adaptable a nuestros tiempos, pero proponen un importante reflexión sobre el hombre y el Estado.
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