Racismo, genocidio y memoria - Un país con amnesia
- Andy Martinez
- 3 ago 2020
- 3 Min. de lectura

La historia, a mí parecer, es uno de los campos más interesantes de estudio: a través de las diferentes evidencias podemos recrear el pasado, y permite ser "fotografiado" de esa manera. Uno de los problemas que presenta ver al pasado es verlo como una línea recta de eventos que nos han llevado hasta donde estamos, la idea de que el progreso es continuo y constante. Este es uno de los errores cuando se intenta dejar un problema en el pasado, cuando sus raíces siguen siendo parte de nosotros. De esta manera parecer ser que el racismo nos ha vuelto a sorprender, cuando creímos que lo habíamos superado.
La doctora Marta Elena Casaús Arzú presenta en su libro Racismo, genocidio y memoria una serie de artículos que explican el racismo desde un punto de análisis para entender la sociedad guatemalteco y las circunstancias que llevaron al genocidio durante el conflicto armado interno, la expresión máxima del racismo.
En nuestro país existe la falsa idea de que el racismo desaparecerá con un proceso de educación y difusión de los conocimientos sobre las culturas y las civilizaciones. Este fenómeno no desaparecerá si la dicotomía entre "civilización" y "barbarie" siga presente en la opinión pública.
"Esta dicotomía se convirtió en el eje central de la construcción de los Estados modernos y en la base del reconocimiento como ciudadanos sólo a quienes fueran capaces de abandonar lo bárbaro para abrazar lo civilizado, de acuerdo con el patrón occidental, naturalmente."
La idea del "indio bárbaro" tiene como base el colonialismo, la fuente primordial para el surgimiento de ideas sobre las diferencias raciales entre los europeos y los pueblos "descubiertos".
Casi 500 años después, el Estado guatemalteco sigue siendo homogéneo, racista y excluyente, sin poder lograr incorporar la pluralidad étnica de género y de clase en su matriz y en su gestión, y ni siquiera aceptar la diversidad a nivel constitucional.
"El fantasma del indio vengativo", una idea racista que se nutre de los prejuicios de la colonia y de los prejuicios modernos es una barrera que impide la formación de una sociedad heterogénea, que respete la diversidad y promueva el desarrollo integral de todos sus integrantes.
En Guatemala ocurre una deshumanización y desvalorización del Otro, y al tratarlo como animal conlleva una fuerte carga de racismo y de estigmatización del Otro como ser inferior prescindible. Ideas que dan paso al exterminio del Otro.
"La idea del "indio" como amenaza pública se convierte, para el ejército, en la justificación del exterminio."
Guatemala es un país que se niega a reconocer al Otro como sujeto de derecho, negándole su existencia y su derecho a la justicia.
Pero el Estado de Guatemala no es el único culpable del racismo en el país, la sociedad entera es responsable de este problema. Nos delatamos en el lenguaje, y la casa del guatemalteco está fundada y cimentada sobre el racismo y en cualquier momento tiembla un poquito y se desmorona sobre todos.
"El racismo, la discriminación negativa de cualquier índole y otras formas conexas de intolerancia constituyen un fracaso de las relaciones sociales en la comunidad humana."
El racismo en Guatemala está presente en la vida cotidiana y no hace falta que esté escrito en sus leyes. Para el racista, el Otro es aquel que no se puede convertir.
Es importante que todos reconozcamos al racismo por lo que es: un sistema global de dominación y de poder, un problema que nos cuesta caro. Impide la creación de un capital social, porque no fomenta la ciudadanía ni la democracia e indirectamente obstaculiza la creación de un proyecto nacional compartido.
Dice la doctora Casaús que "estamos asistiendo a un momento fundacional de la comprensión del racismo, de la identidad y de la nación en Guatemala." Pero nos hace falta mucha memoria para poder avanzar como sociedad y solucionar los problemas que hemos arrastrado durante 500 años.
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