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Ética demostrada en su orden geométrico - El Dios-Idea

  • Foto del escritor: Andy Martinez
    Andy Martinez
  • 1 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

El primer filósofo que se viene a la mente cuando uno habla de racionalismo es René Descartes; pero a pesar de ser el primer filósofo moderno, existieron otros autores racionalistas cuyo pensamiento vale la pena estudiar. Entre estos autores se encuentra Baruch Spinoza, filósofo neerlandés expulsado de la comunidad judía de su país, que pensó en el Dios-Idea.


La obra más ambiciosa de Spinoza fue su Ética demostrada en su orden geométrico donde expuso sus ideas sobre Dios, el hombre, la naturaleza y la moral. Esta obra parte de definiciones, axiomas y proposiciones para llegar de manera deductiva a las verdades que el filósofo buscaba.


En la primera parte se habla sobre Dios, entendido como "...un ser absolutamente infinito, estos es, una subsistencia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita." Todo cuando es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse.


Para Spinoza, la existencia de Dios es una verdad eterna. Dios es una cosa pensante, es una idea y dentro de sus perfección se encuentra la existencia.


Después de establecer la existencia de Dios como lo único necesario, el filósofo neerlandés se enfoca en el hombre. La idea es lo primero que constituye el ser actual del alma humana, el hombre consta de un alma y un cuerpo, y el cuerpo existe tal como lo sentimos. Spinoza se separa del dualismo cartesiano estableciendo que el alma está unida al cuerpo a partir del hecho de que el cuerpo es el objeto del alma.


Al relacionar Dios con Naturaleza, Spinoza niega algún principio teleológico de la existencia. Excluye del alma la voluntad libre, pero no el deseo, que será la esencia misma del hombre, deseo que no conlleva libertad, aunque sí autoconsciencia.


Nuestra esencia, dice este autor, es preservar en nuestro ser. Lo bueno es aquello que aumenta nuestra potencia del obrar, y lo malo aquello que disminuye nuestra potencia del obrar.


Luego, Spinoza pasa a la virtud, que no es otra cosa que actuar según las leyes de la propia naturaleza. En nosotros, actuar según la virtud es obrar, vivir o conservar en su ser (estas tres cosas significan lo mismo) bajo la guía de la razón.


"El alma, en cuanto que raciocina, no apetece otra cosa que conocer, y no juzga útil más que lo que lleva al conocimiento."


El conocimiento de Dios es el supremo bien del alma, y su suprema virtud, la de conocer a Dios. El autoconocimiento de Dios ocurre en el hombre, en el entendimiento en acto.


"Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida."


Spinoza define el fin último del hombre como el que le lleva a concebirse adecuadamente todas las cosas que pueden ser objetos de su entendimiento.


La felicidad es la virtud misma, y no un premio que se otorga a la virtud. No gozamos de ella porque reprimimos nuestras concupiscencias, sino que podemos reprimir nuestras concupiscencias porque gozamos de ella.


El de Spinoza es un "amor intelectual de Dios", donde la salvación se obtiene por el conocimiento. Su forma de afrontar la vida sería un estoicismo para poder alcanzar la eternidad del Dios-Idea.

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